‘Amour’ en la enfermedad

El silencio de un apartamento parisino se ve quebrado por la irrupción del equipo de bomberos. Se palpa desgracia y putrefacción en el ambiente. Entre la sospecha y la realidad, una puerta recubierta de cinta de embalaje impide confirmar lo que todo ser humano teme: la muerte ha estado allí. Su visita fue inesperada, pero no por ello compasiva. Aún violenta, se tomó su tiempo envolviendo el cuerpo de la sufrida anciana de paz y flores.

No hubo dolor, sino amor.  

Un aparente y triunfal cambio de rumbo.
Funny Games”, “La pianista”, “Caché”,”La cinta blanca”…  Todas ellas son obras clave que constituyen una de las filmografías más importantes del cine europeo en los últimos años. A Michael Haneke le gusta romper con las convenciones cinematográficas, incomodando y poniendo a prueba al espectador medio a través de provocativos ensayos en donde la violencia (y su frivolización en los medios de comunicación), la incomunicación, o la naturaleza del mal protagonizan la función. Siempre desde la frialdad y la distancia, mediante la sutileza, sin encuadrar lo escabroso, dejando que sea el poder de la imaginación del espectador la que dote e inconscientemente potencie dichas secuencias de una fuerza perturbadora. Puro anticlasicismo. Se entiende que este licenciado en Filosofía y Psicología se haya convertido en uno de los cineastas europeos más laureados de los últimos años. Por todo ello no deja de resultar sorprendente que su nueva propuesta sea en apariencia tan humanista.

Inspirada en una experiencia del propio Haneke, el cual tuvo que lidiar con el cáncer y posterior suicidio de su anciana tía, “Amour” ha arrasado allá donde ha pasado. Desde el prestigioso festival de Cannes, alzándose con el premio a mejor película (al igual que su anterior obra “La cinta blanca”), hasta la nominación en cinco categorías en los Oscar de Hollywood, en donde fue galardonada como la mejor película de habla no inglesa, parece que la nueva y alabada cinta del director y guionista austriaco ha conseguido cierto consenso entre crítica y público, probablemente gracias a un guión más sencillo y accesible que el de sus anteriores obras.

La otra cara del amor
La trama de “Amour” se nos destapa como un inmenso flashback. George (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva), exprofesores de música clásica, han sabido construir su matrimonio desde el afecto y el cariño. Sin embargo, en el ocaso de sus vidas, la fortaleza de su amor se pondrá a prueba cuando en una fatal mañana ella sufre un ictus. Al volver del hospital, la mitad del cuerpo de Anne queda paralizado, lo que no impedirá que su fiel esposo se desviva por ella con gran entereza. Nada volverá a ser igual.

Es extraño hallar en el cine moderno historias que hablen sobre la tercera edad. La aclamada cinta de Pixar, “Up”, o la española “Arrugas” suponen un pequeño oasis en una industria a la que le suele gustar usar la vejez como un alivio cómico e incluso como objeto de burla. Más extraño es encontrar una película que afronte con tanta honestidad un tema tan delicado como es el del fin de los días a través del amor. Un amor que duele.

Seamos claros: “Amour” es la película más minimalista de Haneke en su forma y estructura. Renunciando al uso de la banda sonora como recurso que acentúe y manipule el drama. Rechazando toda clase de virtuosismo visual o narrativo. Un escenario, un par de  personajes, y una cámara es lo único que necesita Haneke para recoger mediante largos y pausados planos los acontecimientos a los que se ven sometidos sus personajes. Y todo ello desde su particular  óptica,  siempre fría y distante, en donde el espectador es forzado cual “voyeur” a contemplar y a participar de la intimidad de George y Anne. Lo curioso es que este lenguaje lejos de ser árido juega a su favor, potenciando la conexión emocional del espectador hacia la pareja protagonista. Y Haneke lo sabe. Lo sabe muy bien.

Su juego empático consta de dos partes bien diferenciadas. En la primera observaremos a George y Anne, los cuales intentan asumir el revés que el ocaso de la vida les ha dado. El comienzo del fin donde la nostalgia de un tiempo mejor y lo conmovedor emocionan al espectador aun siendo consciente del fatal desenlace. El director juega con lo humano porque quiere que los amemos, al igual que lo hacemos con aquellos seres queridos que pasan o pasaron por similares circunstancias. Lo que pasa es que Haneke no puede dejar de ser Haneke. Y con el drama se da paso a una segunda parte más propia del género de terror donde el miedo se alarga, como sombra del ocaso, desde la inevitable decadencia de nuestra condición humana. Aquí ya no hay belleza, sino el dolor de los delirios nocturnos de Anne , el sufrimiento de un George que no acepta la realidad y la angustia del espectador que les acompaña gracias al genio de un cineasta que firma una de las direcciones mas cruelmente acertadas de los últimos años.


Nada de esto sería posible sin unos actores a la altura de las circunstancias. Pero lo que hacen Emmanuelle Riva (en cuya intervención muchos han querido ver un homenaje al título franco-japonés de Alain Resnais “Hiroshima mon amour”, del que en parte comparte título) y Jean-Louis Tringtitant, autenticas leyendas del cine francés, es algo colosal. Y es que Ellos no interpretan: se desnudan ante el público. Ella y él son, respectivamente, el dolor y soporte de un amor que la vejez va apagando. Un amor marchito y moribundo. Y es que la fuerza con la que ellos sustentan toda la película es de tal magnitud que uno no deja de pensar si lo que comunican en la pantalla no es sino el temor personal de unos interpretes a una cercana muerte. Además de los protagonistas, también destaca el pequeño pero magnífico papel de Isabelle Huppert como la resignada hija de George y Anne.

Para bien o para mal, el espectador debe de tener en cuenta que “Amour” es una película que se sufre. Se sufre mucho. El que quizás sea el film más accesible Michael Haneke es también una de las experiencias más desgarradoras e inolvidables que ha brindado nunca el séptimo arte. Pocos han sido los que se han atrevido a abordar un tema tan transgeneracional como es el dolor del amor en la enfermedad, y ninguno de un modo tan crudo y honesto. Que alguien tan inmisericorde como Haneke haya firmado esta película es ya todo un logro. En el fondo él también nos ama.

 

6 Comments

  1. Beatriz S. Tajadura

    El otro día hablaban de esta película en la radio. Escuché las opiniones de los periodistas y no podía creerme lo que decían. Que si un manifiesto a la eutanasia, que si la mejor película del siglo… Después de leer tu artículo y descubrir quién es Haneke (ayer hubiera dicho que era una marca de cerveza), creo que me has quitado el recelo y puede que la vea.

  2. Voy a comentar un poquito mi perspectiva a todo lo que me señalas:

    Es cierto que muchos han visto en “Amour” un manifiesto a la eutanasia y en parte se comprende. No se hasta que punto las intenciones de Haneke son esas, pero en ningún momento la película busca posicionarse con nada. Como indico en el artículo, y siempre a mi modo de ver, el no busca un poscionamiento moral o ético, sino contar una historia desde la distancia. No hay ninguna clase de adoctrinamiento.

    En cuanto a si es la mejor película del siglo, siempre se exageran estas cosas. Para mí, aun siendo una muy buena película, no es la mejor del año. “The Master” por ejemplo, aun siendo muy particular, la considero superior. Y de lo poquito que llevamos de siglo, pues existiendo esa maravilla llamada “El árbol de la vida”, que quieres que te diga… :D

  3. Para que te hagas una idea, y sin querer Spoilerar mas de la cuenta, el planteamiento ético dentro de lo que cabe, tiene más de “Million Dollar Baby” que de “Mar Adentro”.

    • Beatriz S. Tajadura

      Venga, vale. Voy a verla. ¿Contento?
      :) ¡Gracias!

  4. María Iserte

    Gran final para una gran “crítica” de una gran película: “El que quizás sea el film más accesible Michael Haneke es también una de las experiencias más desgarradoras e inolvidables que ha brindado nunca el séptimo arte. Pocos han sido los que se han atrevido a abordar un tema tan transgeneracional como es el dolor del amor en la enfermedad, y ninguno de un modo tan crudo y honesto. Que alguien tan inmisericorde como Haneke haya firmado esta película es ya todo un logro. En el fondo él también nos ama.”

    No he visto “The Master”, pero si dices que la supera… no voy a esperar mucho para verla.

    Gracias

  5. Es muy desesperanzadora. Haneke es un virtuoso pero cuando trata mirar más adentro del ser humano se queda sin horizontes. Encuentra la nada. Y en mi humilde opinión somos mucho más y hay muchos ejemplos de ello. Buena crítica Alf.

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