España, 1995. El Gobierno de Felipe González apura sus últimos meses en el poder. ETA asesina al político Gregorio Ordóñez. El juez Garzón procesa a la cúpula de interior por su implicación en los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). El desprestigio por la imagen exterior del país no deja de crecer y, entre medias, Héroes del Silencio publica Avalancha, su cuarto -y último- álbum de estudio al que le sigue una larga serie de conciertos. Todos comenzaban igual:
Bienvenidos a la gira de la conciencia. Bienvenidos a la Avalancha
El hartazgo estaba en el ambiente, también musical. Allá por donde iban, Héroes presentaba su disco pero trataba también de remover conciencias, de cambiar lo que había, y el tema que mejor captó esa idea de cambio fue Avalancha.
Su letra, en la línea de todas las del grupo, es críptica, a menudo difícil de comprender en una primera escucha:
Necesitimos el valioso tiempo que abandonas
sin saber qué cojones hacer con él.
Nosotros somos la comida
y alguien está efectivamente hambriento
Pero Héroes pretendía despertar a la gente de su indolencia:
Aún nos quedan cosas por hacer,
y no das un paso, te estancas.
Aún nos quedan cosas por decir,
y no hablas.
Las presentaciones de Bunbury en los conciertos previas al tema, no dejaban lugar a las dudas:
Para los apáticos, para los nostálgicos y para los aburridos en general, una sola palabra y un solo grito:¡Avalaaaaaaaaaaaanchaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Algunos lo interpretaron como una llamada a votar al principal partido de la oposición, entonces el PP, pero Héroes lo negó: el cambio podía pasar por cualquiera de las formaciones que no estaban en el poder. El grupo español más internacional, en palabras del mítico Joaquín Luqui, compuso un tema que invitaba a hacer algo. No iba solo de estar indignado. Iba de pasar a la acción. “Por lo menos para incordiar”: