June es una niña sobrenatural, sí, como las pequeñas heroínas de los cómics infantiles. ¿Su superpoder? La música. June, con tan solo once años, disfruta componiendo sus propias canciones. Tras haber crecido inspirando las melodías de grupos como Los Ramones o The Rolling Stones y con un padre miembro del conjunto Los Ginkas, no es de extrañar que la música corra por las venas de esta pequeña gran artista. De este modo, June y los Sobrenaturales, conjunto en el que participa junto a algunos de los miembros de Los Ginkas, sonaron en la fiesta de aniversario de Chin- Chin Records.
Eran poco más de las 9:30 de la noche, el frío de la calle apenas se percibía dentro del pequeño bar de la capital navarra, quizá debido, en parte, a la gran cantidad de personas que allí había. Cada una de ellas parecía ser responsable directa del bochorno interno del recinto, aportando su minúsculo grano de calor humano.
Conforme iban pasando los minutos aquello se llenaba más y más, pequeñas cabezas entorpecían la mirada de los que se encontraban detrás de las primeras filas. Entre nucas, trenzas, moños y algún que otro indicio de alopecia, parecía distinguirse la figura de una niña saliendo del aseo. Exacto, una niña pizpireta, con su corbata rosa y sus cuatro mechones de colores en el pelo que, tras subir al escenario, empuñó el micrófono de un modo tan natural como el pastelero que se aferra a su rodillo.
“Hola, soy June, tengo once años y somos June y los Sobrenaturales”. Y aquello comenzó. Pues sí, eran los sobrenaturales, pero lo que verdaderamente parecía sobrenatural era ella, con un desparpajo propio de su edad y una espontaneidad que ya quisieran muchos músicos poseer.
Durante el concierto June, a través de “Me mudo al campo”, invitó a los presentes a trasladarse al campo y les habló de su gato y su perro tontorrón. También coreó “Mi hermano es un hombre lobo” e hizo dar palmas a los asistentes al ritmo de “Yabba Dabba Doo”. Hora de Aventuras llegó y June, ukelele en mano, interpretó la canción de su serie favorita. El público no desconectó ni un segundo, a diferencia del ordenador al que June hizo mención en ‘Máquina infernal’. Y si de puertas hacia fuera era una noche de invierno heladora, June trató de volver a los meses de calor y al ‘Verano azul externo’.
Pues bien, después de haber retornado durante unos minutos a la infancia, era hora de terminar y de escuchar al resto de conjuntos. No obstante, y ante las ganas que tenían los allí presentes de un bis, June volvió a entonar una canción.
Tras unos minutos de aventuras, de hermanos lobo, de maquinas infernales, de campo, de pollos, perros, gatos y vacas; era hora de poner punto y final a una noche sobrenatural.
Fotografia: Chin-Chin Records