El pasado viernes se estrenó la séptima adaptación cinematográfica de la novela de Tolstoi “Anna Karenina”. ¿Qué tiene ésta de especial? A Jacqueline Durran.
Jacqueline Durran es diseñadora de vestuario para cine. Ganó su primer Oscar hace un mes por su meritorio trabajo en la película Anna Karenina, pero ya había estado nominada con anterioridad por dos filmes, Orgullo y Prejuicio (2006) y Expiación (2008). Ambos bajo la batuta del mismo director, Joe Wright. Con Anna Karenina, la dupla creativa Joe Wright – Jacqueline Durran cierra esta trilogía de la mujer moderna en la literatura.
El cine, a través de sus películas de época, ha creado un imaginario social de la historia de la moda, que no siempre es fiel a la realidad histórica. Esto es así, porque muchos cineastas y diseñadores de vestuario han considerado que la caracterización y la significación tienen prioridad sobre la fidelidad histórica.
Así ocurre con Anna Karenina. En una entrevista concedida a la revista Smoda, Jacqueline Durran confiesa una de los primeros directrices que el director, Joe Wright le exigió a la hora de diseñar el vestuario de la película: «A Joe le gusta estilizar las cosas para que sean creíbles, pero también accesibles y atractivas para el ojo moderno. Como diseñadora de vestuario, mi trabajo es recrear su visión».
La Rusia de 1873, año en el que se ambienta la historia, es una oda al lujo y la ostentación. Una de las épocas (de la moda moderna) que el ojo contemporáneo más identifica con el glamour y la elegancia es la de la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundia, cuando tras años de miseria, pobreza y destrucción, la moda se reafirmó como herramienta para potenciar aspiraciones, fantasías y sueños.
Muchos cineastas y diseñadores de vestuario han considerado que la caracterización y la significación tienen prioridad sobre la fidelidad histórica
Es por eso que Jacqueline Durrán se inspiró en la moda de aquella época y en diseñadores como Dior, Lavin, Jacques Faith y Balenciaga, que buscaban líneas angulares, siluetas llenas de volúmenes y estructuras muy definidas. Las faldas de Anna Karenina (Keira Knightley) se asemejan más fielmente al vestuario de 1870, que se sostenían gracias a los miriñaques, sin embargo, los corpiños son más de los 50. De ahí que los cierres asimétricos, detalles de tul en el cuello y las grandes colas se vean en los vestidos de la protagonista.
Para dar un aire aún más actual, las joyas que aparecen en la cinta son contemporáneas, en concreto de la colección Fine Jewellery de Chanel. La diseñadora cuenta que intentó elegir piezas barrocas muy femeninas, puesto que la vanidad es uno de los rasgos definitorios del personaje y el simbolismo de las joyas era tan importante como los vestidos a la hora de remarcar su carácter.
Las pieles, no obstante, son auténticas. La diseñadora dedicó mucho tiempo a buscar en anticuarios y tiendas vintage.
Además de a través del vestuario de la protagonista, Jacqueline Durrán muestra un gran conocimiento de los personajes; sabe captar lo que los identifica y diferencia y lo potencia a través del vestido.
En contraposición de la intensa Anna con vistosas joyas y sus vestidos de colores fuertes y telas pesadas, se encuentra Kitty (Alicia Vikander), quien viste con prendas de gasa y de blanco o colores pasteles. Son vestidos más sencillos que sirven para resaltar su inocencia y pureza.
Otro de los personajes femenino destacados es el de la Princesa Myaqkaya (Michelle Dockery). La diseñadora, con un simple elemento decorativo sobre su hombro izquierdo, es capaz de la distinguirla del resto sintetizando y potenciando su carácter afilado.
En cuanto a los hombres, la diseñadora confiesa que a pesar de haberse inspirado en los uniformes zaristas de finales del siglo XIX, no los ha imitado con fidelidad histórica ni ha respetado las diferencias entre los cargos militares. Se trata de un diseño simplificado. En concreto, los trajes de Karenin (Jude Law) carecen de ornamentación. Su intención es la de resaltar su rigidez y expresar que este personaje no necesita de adornos para reflejar e imponer su poder en la sociedad rusa.
Vronksy (Aaron Taylor-Johnson) más joven y apasionado que Karenin viste con uniformes algo más decorados y de colores azules claros o blancos completamente.
Y finalmente Levin (Domhnal Gleeson), el otro protagonista masculino de la historia, es quien más se diferencia del resto. Por su origen rural, pero también por su actitud de menosprecio hacia la pomposidad de la época, viste con trajes de apariencia más vieja y de colores tierra. Además, parece que le van grandes, como si no se le adecuaran de todo, como él mismo, que no encaja en esa sociedad.
La elegancia y gusto que desprende el vestuario de esta película parece suficiente motivo para ir a verla en pantalla grande.